El sector del motor ha solicitado al Gobierno que se reduzcan los impuestos a la hora de comprar un coche. Y estas peticiones parecen haber sido escuchadas, pues en este momento el Gobierno está preparando una reforma total de los impuestos asociados al automóvil. Esta reforma entraría en vigor a partir de 2018.
Aunque todavía no se han hecho públicas las propuestas del Gobierno sobre las nuevas reformas en la fiscalidad del motor, el sector del automóvil no está perdiendo tiempo para aprovechar y hacer públicas sus peticiones.
Las peticiones de los fabricantes se basan principalmente en los siguientes conceptos: que la compra del vehículo en sí no suponga un gravamen para el comprador, y que cada usuario pague en función del uso que haga del vehículo.
Tanto los fabricantes como los vendedores, los importadores y los concesionarios que operan en nuestro país, coinciden en la importancia de estos puntos a la hora de enfocar las reformas.
Según estos grupos el impuesto de matriculación es un impedimento para que los españoles renueven sus vehículos. Este, probablemente, es uno de los principales motivos por los que el parque automovilístico español supera con creces los doce años de antigüedad.
Si este impuesto se eliminase por completo (en la actualidad el 74 por ciento de los vehículos que se venden en España están exentos de pagarlo), las ventas de coches nuevos aumentarían considerablemente.
¿Cómo plantea el sector automovilístico gravar el uso de los coches?
Según los fabricantes y la patronal, penalizar la compra no es un método efectivo para incluir los impuestos en el sector del motor. Consideran que la mejor manera es gravar los vehículos en función de su uso. Para este sector la manera más justa de gravar el uso de los vehículos es aplicar peajes dinámicos en carreteras y en las ciudades. De esta manera cada vehículo pagaría en función del uso que hace de las infraestructuras y de la necesidad de mantenimiento que generan.
Las asociaciones empresariales también consideran necesaria la reforma del impuesto de circulación para que de esta manera se recurra menos al uso de coches antiguos, mucho más contaminantes que los coches de nueva generación. No hay que olvidar que hoy en día el impuesto de circulación grava a los vehículos en función de la cilindrada que dispongan y de la potencia de la que disponen. Sin embargo, este impuesto no tiene en cuenta criterios medioambientales asociados al nivel contaminante de los vehículos. Mucho más elevado en los que tienen más de diez años de antigüedad.
Todavía tendremos que esperar un poco para saber cómo quedarán reflejadas las peticiones del sector del motor en las reformas que lleve a cabo el Gobierno.